"Cuba no existe ya para mí más que en el recuerdo o los sueños, y las pesadillas. La otra Cuba, aun la del futuro, cualquiera que este sea, es un sueño que salió mal". Guillermo Cabrera Infante. Mea Cuba.

22.4.15

Encierros: poder, censura y resistencia en la obra de Ángel Delgado



Encierros

 Espacio restringido (performance, 2004)
poder, censura y resistencia en la obra de Ángel Delgado


 “En el corazón mismo de la relación de poder, y "provocándola" de manera constante, 
se encuentran la obstinación de la voluntad y la intransitividad de la libertad”. 



La deriva del arte cubano en la diáspora y el exilio de los últimos 25 años al menos,  ha reconocido vicisitudes y vacíos similares a esa isla también a la deriva desde hace mucho tiempo. A diferencia de otros momentos históricos desde 1959, donde  algunos artistas  fueron saliendo a partir de circunstancias particulares que involucraban por supuesto la variable política como central en muchas ocasiones, en las artes visuales de inicios de los años 90´s  se produjo un éxodo masivo de los artistas que protagonizaron las principales y más polémicas exposiciones y acciones de esa época (un listado muy completo de este éxodo  fue recopilado en ese momento desde la publicación Memoria de la posguerra, que editó Tania Bruguera y colaboradores).  


Uno de los últimos y más sonados protagonistas de ese convulso aunque motivante  panorama fue precisamente Ángel Delgado, a través de su ya célebre performance “La esperanza es lo último que se está perdiendo”, en la también definitoria exposición El objeto esculturado de 1990 en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de la Habana Vieja. Angel, que no formaba parte de los artistas invitados a esa muestra, quiso enriquecer por su propia cuenta y riesgo la propuesta curatorial de la exposición, dejando evidencia de su posición a través de su propio “objeto esculturado”: una contundente plasta de mierda defecada in situ  encima del periódico Granma, el libelo en rojo y negro de pocas páginas considerado  “órgano oficial del Partido Comunista de Cuba”, que la mayoría de los cubanos, por necesidad perentoria más que gestualidad artística, también taníamos que usar luego de ir al baño al hacer nuestras necesidades fisiológicas. 

"La esperanza es lo último que se está perdiendo" (1990)


El simbolismo y la radicalidad  de la escatológica acción de Ángel Delgado (el “hito de Ángelito” se le llamó en ese momento, entre broma y serio), fue uno de los detonantes principales  para que la censura, que se venía manifestando de manera intermitente por aquellas fechas de parte de las autoridades culturales y políticas cubanas, se hiciera más directa y sin tapujos;  tanto El objeto esculturado como la escandalosa performance  de Angel Delgado fueron, de cierta manera, momentos claves de esa ruptura entre autoridades y artistas que parecía inevitable en ese convulso panorama.                


Cuando percibo esa radical acción de las artes visuales cubanas de aquella época,  no puedo dejar de pensar en el contrapunto que indirectamente establece con esa otra pieza escandalosa del arte contemporáneo que es “Merda d´artista”, de Piero Manzoni.  No obstante,  si ésta última es el gesto burlesco que intenta des-sacralizar la materialidad misma de la obra y la intención del artista, para desafiar simbólicamente el ámbito del mercado y la institucionalidad del arte, pero que termina fagocitado por ambos (las latas con la supuesta mierda envasada al vacío han sido adquiridas y compradas literalmente a su precio en oro por esas mismas instituciones y coleccionistas a las que pretendía desafiar); en el caso de la mierda de Angelito, se convirtió más bien en un efímero aunque evidente “cuerpo del delito” para que el artista, luego de un expedito  “proceso legal” (como es habitual en Cuba cuando es de la conveniencia del régimen) fuera encarcelado por “escándalo público” durante seis meses, sentencia con la cual las autoridades políticas y culturales demostraban con ejemplar contundencia (como también los ha caracterizado siempre), que no estaban dispuestas a aceptar ni tolerar ningún “jueguito” simbólico del arte, si eso afectaba un ápice su legitimidad y poder. 

El manto de invisibilidad y silencio que se extendió  desde las artes visuales y el campo cultural cubano sobre el encarcelamiento de Ángel Delgado en ese momento, es una de las vergüenzas -como ha señalado Gerardo Mosquera en su texto "Arte preso"- que todos deberíamos meditar si queremos  reconstruir una Cuba postotalitaria,  donde la auto-censura y la arbitrariedad  puedan al menos ser cuestionadas. Sin embargo, como “no hay mal que por bien no venga” (ésta podría ser una cínica frase de la actitud  que se afianzó en Cuba posterior a esos años en el ámbito artístico), podría decirse que Ángel Delgado hizo de la desgracia virtud, pues sus inquietudes a partir de esa experiencia extrema y traumática de encarcelamiento, no solo han sido recurrentes  en torno a los conceptos de encierro y sus nocivas consecuencias, tanto físicas como  mentales, sino además al más amplio contrapunto entre censura institucional, política, social y libertad personal como voluntad y responsabilidad individual.     


En ese sentido,  me parece significativo que a pesar de que casi todas las piezas de la muestra Revisión (desde la documentación de los performances de distintas épocas, hasta los dibujos, pinturas, grabados, instalaciones, objetos)  se acercan obsesivamente a esos temas, la referencia directa a la experiencia de  la cárcel no se hace tan evidente en la exposición misma, aunque si a través de imágenes que Ángel Delgado reconoce que comenzó a realizar en ese momento, como los llamados  “Papeles del Tanque”, esas hojas sueltas de signos casi indescifrables, pero con marcas reconocibles del entorno  carcelario, o en ese vocabulario que se vuelve jeroglífico personal, o en esos  pañuelos que contraponen  la búsqueda de individualidad  versus las condiciones forzosamente gregarias e infrahumanas de ese encierro.  También, en esas telas grabadas y pinturas-collage más recientes, o en sus objetos e instalaciones, que establecen una superposición simbólica entre sujetos, objetos y contextos, donde la posibilidad de auto-censura, ante sí mismo y ante los otros,  está siempre latente. 
         


Silencio absoluto (2000)
Pañuelos (1997-2009)
Sábanas (2002)
Hacia dónde vamos (2007-2008)

S.T (2015)

No es casual, entonces, que las preocupaciones de Ángel Delgado hayan seguido dentro esas búsquedas luego de su salida de Cuba,  hacia México y posteriormente a los EE.UU. Así, a partir de acciones con temáticas diversas (recopiladas en video-documentaciones dentro de la exposición), que van de la censura a la prensa al silencio y manipulacion del individuo, este artista no se ha quedado atado únicamente a los dilemas del contexto cubano y sus particularidades,  sino que ha extendido sus inquietudes a la experiencia enriquecedora del exilio, en su compleja interacción con otros espacios geográficos y culturales. Por eso me parece importante y simbólico que esta “re-visión” de su trayectoria artística se produzca en un contexto como el de Miami, donde el tema cubano es omnipresente, polémico, inagotable, aunque en este caso mediado por la experiencia de una distancia que se ha nutrido de otros contextos diferentes como el de México o Las Vegas, uno tan apasionante como traumático, el otro tan artificial como deslumbrante. 




 artistas gráficos en  "Parriastes: The Cutting Edge of Thought"
  

 Aluna Art Foundation (inauguración)
Por otro lado, que en esa “re-visión” se produzca un  diálogo curatorial con otros artistas y diseñadores gráficos que han abordado el siempre conflictivo tema de las relaciones  entre censura, poder y libertad de expresión en diferentes contextos -desde el latinoamericano hasta el medioriental, pasando por Europa y los EE.UU.-  a partir del concepto griego-foucaultiano de  Parrhesiastes, concebido por los curadores Adriana Herrera y Willy Castellanos, gestores del proyecto Aluna Curatorial Collective, me parece muy saludable para romper con ese  “ombliguismo”  tan aldeano que muchas veces ha caracterizado las discusiones sobre el arte cubano de las últimas décadas, sobre todo si se refieren a las confrontaciones entre arte y poder político. Así, Revisión y Parresiastes  traspasan un contexto político y social problemático como el de Cuba, que todos reconocemos como totalitario y dictatorial, para expandirse al análisis crítico de otros contextos donde vivimos actualmente, en los que esos vínculos entre libertad de expresión y condicionamientos individuales, censura y autocensura, encierro y libertad, se vuelven cada vez más  imperceptibles y sofisticados,  y  por lo tanto más difíciles de definir, comprender y enfrentar.  


Y es quizás en ese auto-reconocimiento de nuestras límitaciones y condicionantes politicas y sociales, pero también de nuestras capacidades y potencialidades individuales, que se hace necesario asumir ese imprescindible y radical momento de "libertad y verdad" que planteaba Michel Foucault cuando -desde la temprana Vigilar y Castigar, dedicada precisamente al tema del nacimiento de la prisión en la época moderna, hasta su inacabada Historia de la sexualidad- hacia referencia en algunos de sus textos y entrevistas más importantes, a los complejos vínculos entre sujeto, bio-poder y resistencia; conceptos, abstracciones  que de alguna manera Ángel Delgado hizo suyos y materializó una tarde de primavera en La Habana, hace ya 25 años.         


En el camino I (2007)
inauguración en galería Aluna Art Foundation
Fotos tomadas en las exposiciones 

 Parresiastes: The Cutting Edge of Thought". Artistas gráficos (por orden alfabético): 
Ares (Cuba), Badiucao (China), Boligán (Cuba / Mexico), Damien Glez (Burkina-Faso / France), Dario Castillejos (Mexico), The Broken (Spain), Elvis Corrales (Cuba / Italy), Jen Sorense ( USA), Karnika Kahen (India), Karry (Peru), Kuangbiao (China), Lauzán (Cuba / Chile), Liza Donnelly (USA), Mikhail Zlatkovsky (Russia), Nadia Khari (Tunisia), Nelson Garibello (Colombia / USA ), Plantu (France), Rayma Suprani (Venezuela), Rebel Pepper (China), Omar Santana (Cuba / USA) and Vladdo (Colombia); and guest artists: Ajubel (Cuba / Spain), Arnal Ballester (Spain), Jorge Carruana (from 1921 to 2010, Cuba / Italy), Pep Carrió (Spain) and Raul Arias (Spain). 

4.1.15

El (fantasmal) susurro del Yo también exijo

El (fantasmal) susurro del Yo también exijo  

arte, política y activismo, censura, represión y ciudadanía.  

“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”, escribieron Carlos Marx y Federico Engels en su archifamoso  Manifiesto Comunista de 1848. Una  frase que -cual boomerang-  vuelve una y otra vez, aunque con significados y connotaciones muchas veces perversas, como lo ha expuesto Iván de la Nuez en  El comunista manifiesto (1). Recurro a esta manoseada frase del imaginario socialista y comunista, porque me pareció justo la más apropiada para referirme a la performance  “El susurro deTatlin #6 / Yo también exijo”, que intentó llevar a cabo la artista cubana Tania Bruguera el pasado 30 de diciembre en la llamada Plaza de la Revolución,  y cuya  aparente frustración o no realización,  es lo que  le ha otorgado precisamente su mayor fuerza simbólica y potencial subversivo.

Apagados parcialmente los apasionamientos que trajeron los tres arrestos-secuestros-desapariciones  que sufrió Tania en apenas 3 días (a pesar de que  aún está pendiente sobre ella una grave y arbitraria acusación legal, en un país donde las “leyes” son letra muerta y manipulable), quisiera analizar algunas connotaciones de esta propuesta en relación a los vínculos entre arte, política y activismo, pero también a las repercusiones  y potencialidades simbólicas que esta acción pudiera tener respecto a cómo afrontar una toma de posiciones –política, ética, ciudadana-  de cara a los inevitables cambios que se avecinan en los próximos meses y años en Cuba. Para ello también me interesa -de manera dialógica- citar o referir algunas de las posiciones que se han venido expresando,  tanto en los debates en las redes sociales  como en artículos con diversos énfasis.
 
 En ese sentido, la posición que ha causado más controversia -y sorpresa- ha sido el texto  del reconocido artista y pedagogo cubano Lázaro Saavedra (2), que cuestionó a Tania Bruguera varios  aspectos asociados a su performance,  tomando como pretexto   las contradicciones que se le han señalado a  los vínculos entre arte, política y activismo, pero también a las particularidades del contexto político y artístico cubano.  Esa posición de Lázaro  Saavedra  ha sido cuestionada en comentarios y artículos por artistas, curadores o escritores como Pablo Helguera, Elvis Fuentes o Enrique del Risco, con puntos de vista con los que básicamente concuerdo, y a los que agregaría algunas cuestiones.

Cuando Lázaro Saavedra alude al supuesto “oportunismo” de la acción de  la artista, más que verlo en un sentido negativo, creo que más bien es necesario rescatar la “oportunidad” (el momento y contexto precisos) de la acción como base misma de su efectividad y trascendencia simbólica y real. Esta acción de Tania Bruguera surgió como una reacción inmediata –pasional y visceral, podría decirse, pero también profesional, como artista- a  un  trascendente cambio que se ha producido en las relaciones entre Cuba y los EE.UU., a partir de una negociación secreta entre ambos gobiernos  que causó un enorme impacto  a todos los cubanos (y al mundo), pero del cual quedó completamente excluida la  sociedad civil cubana de dentro o fuera de la isla.
 
La performance “Yo también exijo”  comenzó, de tal modo,  en el momento mismo en que se produjo el anuncio de la reanudación de relaciones,  cuando Tania envió una carta abierta dirigida a Raúl Castro, Barak Obama y el Papá Francisco reclamando por la exclusión absoluta en esas negociaciones de la sociedad civil, así como la demanda de tomar en cuenta las voces de esos cuidadanos de dentro y fuera de la isla, de cara a  los posibles rumbos futuros de  la isla.  A propósito de esto, el curador y ensayista mexicano Cuauhtémoc Medina (3), en un atinado análisis previo a la performance, señalaba como la carta abierta y la propuesta de Tania Bruguera en su totalidad, potenciaban  ese imprescindible  rescate de las voces ciudadanas politizadas, como base misma de sus intenciones,  en un contexto de reivindicación de esas demandas en Cuba, pero también a nivel global. Esas demandas civiles y políticas desde el arte –a propósito de aquellos que han acusado de “oportunismo” a Tania Bruguera por esta acción-  se insertan dentro de una coherente  y reconocida trayectoria  de la artista, que ha demostrado desde hace más de 20 años, tanto en el contexto cubano como en el ámbito internacional,  su preocupación e incidencia crítica sobre  diversos fenómenos políticos y sociales: de la censura a la educación o la migración, entre otros (4). 

  
Ahora bien, lo que a mi entender le ha dado mayor trascendencia y fuerza simbólica a esta  (fantasmal) acción de Tania, es precisamente el traspasar las reglas y  límites que impone simbólicamente el sistema del arte, pero sobre todo las que impone el régimen autoritario en Cuba (Rafael Rojas lo llamó con acierto “el arte político como delito común”).  De ese modo, si en la edición “El susurro de Tatlin” de 2009, coincidiendo con los 50 años del triunfo  de la “revolución”, el minuto de micrófono abierto a los ciudadanos quedó confinado al espacio acotado de un centro de arte, esta vez la acción se propuso en un espacio público  altamente simbólico que  ha sido -por antonomasia-  el sitio  de los históricos e interminables discursos de un solo hombre (el Máximo Líder),  y que ahora en su ausencia -también fantasmal- iba ser sustituido, al menos por un minuto, por las voces multiplicadas de muchos…

La  profesionalidad y sagacidad de Tania Bruguera,  se evidenció no solo en concebir este espacio como el más  propicio a nivel simbólico,  sino en saber “negociar” previamente con los funcionarios de las instituciones subordinadas al gobierno (Consejo Nacional de las Artes Plásticas) para tratar de obtener los permisos necesarios, hasta  llegar incluso a proponer un sitio “alternativo”, en este caso las escaleras exteriores del Museo Nacional de Artes,  que resultaba  tan  efectivo como el de la Plaza de la Revolución, pues como la artista misma expuso,  se ubica justo entre el arte (en la entrada de la institución museal, aunque en el espacio público) y lo político (frente a la urna-monumento del emblemático yate Granma y del antiguo Palacio Presidencial,  en una zona popular como La Habana Vieja).  En este caso, el funcionario del CNAP,  Rubén del Valle (5), no solo no cedió, intentando que la performance se realizara bajo sus reglas en el interior de la institución, sino que también mintió sobre lo que se había intentado negociar en la reunión con la artista, para hacerla quedar como alguien intolerante,  intransigente. A partir de ese momento,  sin el apoyo de la institución-arte y con las “naves quemadas”,  la artista actuaba bajo su cuenta y riesgo, más allá del sistema del arte mismo y dentro de un sistema más amplio (el político) altamente represivo y censor. 


Sobre las contradicciones de lo “artístico”  en sus dimensiones y búsquedas políticas o  sociales se ha escrito y polemizado hasta la saciedad, tanto por artistas como por filósofos, historiadores, curadores, ensayistas: de Joseph Beuys  a Hans Haacke y Ai WeiWei, de Lucy Lippard a Marta Rosler y Regina Galindo,  de Santiago Sierra a Marcelo Expósito y Dora García, de Luis Camnitzer a Nelly Richard y Gerardo Mosquera, de Hal Foster a Boris Groys y Jacques Rancieré, entre otros (6).  En este caso particular, considero que Tania Bruguera logró con esta acción (fantasmal),  traspasar los límites del arte y  llevarlos al ámbito de la política,  subvirtiendo así esa mutua anulación  que –por ejemplo- Jacques Rancieré o Hal Foster han señalado al arte con pretensiones políticas, y más bien potenciándolo  desde una perspectiva crítica y subversiva que va más allá de los espacios acotados y condicionados de lo institucional  artístico.  

El riesgo al que se ha visto sometida Tania Bruguera al traspasar estas fronteras de legitimidad y “permisividad” que ampara el sistema  artístico, y mucho más en un contexto  represivo como el cubano, se hizo evidente no solo con la prohibición de la performance por parte de la policía política,  sino en la  triple detención-secuestro de la artista y la ilegal confiscación de su pasaporte y sus medios de trabajo y comunicación.   No obstante, como la misma artista ha dicho, paradójicamente quienes se ocuparon de realizar la verdadera “performance”en un sentido infame, fueron las mismas fuerzas represivas del régimen,  que actuaron de la peor manera, evidenciando así  la naturaleza de sus reacciones instintivas, por el terror que le tienen a la mínima posibilidad de que el ciudadano común pueda manifestarse de forma relativamente libre y autónoma en los espacios públicos.    

Retomando la otra crítica realizada por el artista Lázaro Saavedra a la performance de Tania Bruguera, más referida al contexto cubano  -tanto al artístico como al de la disidencia interna- es de agradecer que Saavedra reivindique al artista cubano que está atrapado  dentro de Cuba y no puede expresarse, por miedo o por conveniencia,  pero sobre todo a los disidentes que sin un nombre reconocido internacionalmente -como Tania-  luchan día a día, muchas veces de manera anónima y sometidos a una enorme presión en todos los sentidos, contra ese sistema. Sin embargo, pretender que la artista debería estar involucrada directamente en actividades de disidencia política desde hace años,  es absurdo y un contrasentido (algo similar se le podría pedir a cualquier artista, incluido al mismo Lázaro), no solo porque ese no ha sido el espacio en el que ella se desenvuelve y reivindica para su trabajo y sus inquietudes, sino porque además,  con propuestas relacionadas con el contexto cubano,  desde hace años  Tania Bruguera ha realizado con frecuencia diversas  críticas y cuestionamientos a las formas autoritarias y censoras de ese régimen: de "El cuerpo del silencio", pasando por "Memorias de la posguerra",  hasta "El susurro de Tatlin #1", entre otras. Lo consecuente y digno de sus posiciones, lo ha demostrado al exigir además que todos los otros activistas, artistas, escritores o gente común que fue encarcelada por asistir -o intentar llegar- a la performance, fuera liberada como condición para ser liberada ella.  


Ahora bien, si hay una dimensión fundamental que rescato de la acción  “Yo también exijo”,  y por lo que considero debe continuar sumamente activa como proyecto y plataforma, más allá de ese simbólico 30 de diciembre de 2014, es el potencial cuestionante  y subversivo frente a un poder excluyente y autoritario, en un degradado estado de cosas actual en Cuba -que algunos han dado en llamar “neocastrista”-  y cuya principal intención es mantener un férreo sistema represor en lo político, con algunas mínimas concesiones en lo económico (lo peor del capitalismo con lo peor del “socialismo”, podría decirse), para repartirse el país entre una élite gobernante-familiar y un capital internacional (incluyendo ahora al estadounidense),  pero a la vez manteniendo en un apartheid económico y político a los cubanos de adentro y afuera de la isla (expresado todo esto en: semi exclavitud laboral, monopolios estatales de inversión, prohibición de inversiones a nacionales,  remesas familiares únicamente para consumo,  selectividad y censura en el acceso a  la internet, junto a otro largo etc.), sobre todo a aquellos que no bajen la cabeza como carneros, y no se avengan a seguir las reglas del juego que se han dictado y que se dicten a partir de ahora. 

 Si “Yo también exijo” genera un movimiento cívico-político, intelectual y ético, que junto a  lo “artístico”, aúne fuerzas y movimientos diversos  para demandar y exigir alternativas desde esas voces ciudadanas y politicas autónomas (no olvidemos que fueron apenas unos pocos activistas, intelectuales, artistas, los que tuvieron el valor de confrontarse a los estados totalitarios de Europa del Este, hasta que se convirtió en un movimiento masivo), por primera vez se pudiera hacer temblar a un régimen en crisis,  como lo ha hecho en estos días Tania Bruguera con su  (fantasmal) performance. 

      

 
.  Referencias:

1.       Artículo de Iván de la Nuez en el País:  http://elpais.com/diario/2011/11/11/opinion/1320966012_850215.html /

2.       Texto de Lázaro Saavedra en blog de Enrisco: http://enrisco.blogspot.com/2014/12/se-abre-el-debate.html

4.         Página de Tania Bruguera: http://www.taniabruguera.com/cms/
Recopilación de textos, entrevistas, videos en mi blog: http://gekain.blogspot.com/2010/12/tania-bruguera-cuerpo-arte-y-politica.html

6.       Sobre este tema existen una gran cantidad de libros, artículos, reflexiones, entrevistas de estos filósofos, artistas, investigadores y curadores referidos.