"Cuba no existe ya para mí más que en el recuerdo o los sueños, y las pesadillas. La otra Cuba, aun la del futuro, cualquiera que este sea, es un sueño que salió mal". Guillermo Cabrera Infante. Mea Cuba.

11.9.10

Reinaldo Arenas y Antes que anochezca: memorias de un maldito.


Cine (o sardina): breves notas audiovisuales


Memorias de un maldito

ºDos patrias tengo yo: Cuba y la noche. ¿O son una las dos?º  José Martí


A propósito del ambiguo -¿o hipócrita, cínico?- "mea culpa" del resucitado Fidel Castro sobre la represión a la homosexualidad, retomo este texto del año 2000 sobre el filme del Julian Schnabel acerca de Reinaldo Arenas y Antes que anochezca.


En una escena del filme “Antes que anochezca”, basado en las memorias homónimas de Reinaldo Arenas, Lázaro –su inseparable compañero de sus últimos años- le pregunta: “por qué escribes”; y Arenas responde: “por venganza”. Esa rotunda afirmación podría resultar difícil de comprender, sino percibimos los entresijos de la realidad en que vivió este excéntrico personaje, pero sobre todo algunos rasgos que marcaron la personalidad literaria y existencial de este contradictorio escritor y ser humano. Para reconocerlos, habría que entender la autobiografía  Antes que anochezca  como una confesión semificcional -a veces lúcida, por momentos alucinada- cuyo inevitable destino fue convertirse en un retrato póstumo y desgarrado de ese increíble personaje -entre real y literario- llamado Reinaldo Arenas.  

Escrita desde su juventud misma, como presintiendo un peligro, una pulsión de muerte casi siempre cercana o inminente, el título de la autobiografía surgió de una época en que Reinaldo Arenas tuvo que vivir prófugo y escondido en un bosque de La Habana, por el único delito de querer hacer una vida según sus propios designios, entre los cuales se incluía su inocultable homosexualidad. Allí tenía que apresurarse a escribir mientras hubiera un halo de luz , antes que anocheciera. Pero el concepto de oscuridad remite también, por analogía, a una evidente condición crepuscular, casi necrológica, pues Arenas reescribió y completó sus memorias estando ya mortalmente enfermo de sida. Ahora bien, más allá de lo circunstancial de tal título, su nombre remite también -como antítesis- a su obra inicial, la magnífica novela “Celestino antes del alba”, relato fabuloso de un niño que percibe el mundo natural y familiar que le rodea de un modo entre alucinado e inocente, hasta desbordar cualquier frontera o límite racional. El filme del artista y cineasta Julian Schnabel retoma, en sus primeras escenas, ese atormentado y a la vez naif universo infantil, a través de una fotografía nerviosa, en constante movimiento, que alude a otro elemento simbólico recurrente en Reinaldo Arenas, el "árbol escrito", en el cual el Arenas niño descubre, a pesar de la “pobreza absoluta” la “absoluta libertad” (Antes que anochezca, p.22), deshecha sin embargo, una y otra vez, por el hacha represora del  abuelo. 

En el filme de Schnabel, la recreación del ambiente cultural y político cubano posterior al  triunfo de la Revolución resulta algo difuso y endeble, quizás -entre otras razones- por la obvia imposibilidad de filmar en la isla y más específicamente en un espacio vital tan inigualable y a la vez delirante como La Habana, sobre todo teniendo en cuenta -además- que Reinaldo Arenas vivió tal vez los peores momentos de represión hacia la homosexualidad y la literatura dentro de la “revolución”: aquellos en que se comenzó a prácticar el "realismo socialista" a inicios de los 70´, y  a recluir de manera arbitraria y forzada a todo el que se considerara “desviado” de ese experimento dizque "socialista" de Fidel Castro, ya completamente dogmatizado y autoritario desde finales de los 60´.  

Ante esta agobiante realidad, como expresa en Mea Cuba ese otro escritor maldito, Guillermo Cabrera Infante, las tres obsesiones que atravesaron la personalidad de Arenas fueron el sexo, la política y la escritura. Y aunque las dos primeras condicionaron sus experiencias vitales, fue tal vez la última, su permanente e irrenunciable condición de escritor, la que dio sentido y coherencia a la accidentada, dolorosa, aunque siempre extrema y vital trayectoria tanto literaria como existencial de Arenas. En el filme, sin embargo, sólo aparecen recreados -más no con suficiente profundidad- algunos rasgos de esa extrovertida y a la vez tímida sexualidad. Así, el sexo como escape, como juego subversivo ante la represión y la marginación, se une a otro leivmotiv de la película: la continua presencia y atracción -casi ontológica- por el mar; virtual encierro de la condición insular,  aunque latente posibilidad de huida, de libertad...
Respecto a la escritura misma, el filme revela uno de sus mejores momentos a partir de la recreación  del infierno carcelario donde, de las coacciones más degradantes, el escritor  renació en una suerte de orgía escritural: “nunca en la vida escribí tanto”, nos dice Reinaldo Arenas, constatando la presencia de esa letra que trasciende y vence a sus represores; dilema que el escritor expuso de forma contundente en “El mundo alucinante”: relato sobre las peripecias de un fraile libertario durante la independencia decimonónica mexicana, que le reprime  su excesiva iconoclasia.
La posición de paria sexual, político y existencial que padeció Reinaldo Arenas en Cuba, fue casi la misma que vivió en el exilio, hasta su suicidio en 1990; es decir, su condición de personaje excéntrico, marginal y tipo "problemático” dentro de cualquier sistema social y político no varió, aun cuando en el exilio, como él mismo decía, cuando le daban una patada por el culo, “al menos podía gritar”. Así, una de las últimas escenas del filme, constituye quizá  uno de los instantes más emotivo de la trama, cuando ya enfermo, el escritor regresa en taxi del hospital a la casa, con una planta verde en las manos, y en ese trayecto se suceden -en contrapunto- imágenes de Nueva York y La Habana: expresión de la irremediable soledad de un exiliado, no sólo de su patria, sino también de si mismo. 
 
 Por eso, aunque “Antes que anochezca” no puede ser asumida como una memoria o confesión de lo real, de algún modo constituye el testimonio y la re-creación personal de un desgarrado escritor y ser humano que antepuso su vida y su obra a cualquier condicionamiento externo. Y, más allá de la inestable calidad literaria de esa autobiografía -altibajos que también padece el filme que la recrea- esas confesiones de Reinaldo Arenas resultan un eco, de los más patéticos y desgarrados, del testimonio de generaciones nacidas en una Revolución que  -como Cronos- ha ido devorando o expulsado a sus propios hijos, dispersos en una diáspora que pareciera nunca acabar… 

* Como pos-data a este escrito, les dejo también un potente aunque sombrío comentario, precisamente de GCI sobre Antes que anochezca,  en “Reinaldo Arenas o la destrucción por el sexo”: "Algunos lo han comparado con Genet, delincuente delicado, o con Celine, profesional de la amargura…Este libro suyo es una novela, que es una memoria, que es una fusión de la ficción y una vida que imitó dolorosamente a la ficción: esa realidad atrofiada que es su última fuga. Una fuga a una sola voz”. 
  Y el poema completo de Martí:

Dos patrias

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos?
 No bien retira su majestad el sol,
con largos velos y un clavel en la mano,
silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...

Flores del destierro (1878-1895)  

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